| OCT 072025 En términos generales, hay una serie de pasos que se repiten en distintos contextos históricos cuando una democracia empieza a morir: Erosión de la confianza en las instituciones; cuando los ciudadanos perciben que el parlamento, la justicia o los organismos autónomos no cumplen su función, se abre el terreno para que surja la idea de que "un líder fuerte" , una especie de "mesías" puede resolver los problemas más rápido que los procedimientos democráticos. Uno de los primero pasos es desprestigiar a la prensa. Los regímenes autoritarios comienzan por desacreditar a los medios independientes y a las voces críticas. El discurso de "la prensa corrupta" o "los enemigos del pueblo" genera un clima en el que solo se valida la voz oficial. Otro de los datos es la concentración de poder. Los líderes con aspiraciones autoritarias buscan controlar los tribunales, limitar la acción de los congresos y debilitar contrapesos. Esto se logra con el pretexto de "reformas necesarias" o "medidas para agilizar la gobernabilidad". Una vez debilitados los contrapesos, se introducen restricciones al derecho de protesta, se criminaliza la disidencia y se persigue a opositores bajo argumentos de seguridad nacional o estabilidad social. Algo muy evidente e infaltable es el recrudecimiento de censura para cualquier opinión contraria al poder por los mas peregrinos pretextos y como paso final está la realización de elecciones manipuladas mismas que terminan por consolidar un sistema totalitario. Ahora bien, para que una democracia razonablemente estable se convierta en dictadura, suelen coincidir varias condiciones: Crisis económica o social prolongada. El descontento ciudadano es el caldo de cultivo ideal para que un líder populista prometa soluciones rápidas a cambio de sacrificar procedimientos democráticos. Polarización extrema. Cuando la sociedad se divide en bandos irreconciliables, el discurso de la "mafia del poder" en un terreno de resentimiento social sirve perfectamente para estos casos. Instituciones cooptadas. Un aparato de justicia y un congreso sometido al poder ejecutivo permiten que las leyes se manipulen sin resistencia. Recordar la llamada "Ley habilitante" al triunfo del Partido Nacional Socialista en Alemania 1933. Ataques sistemáticos a la prensa independiente. Esto es muy grave; cuando se acusa a los periodistas de ser enemigos, traidores o parte de conspiraciones, se está debilitando un pilar esencial de la democracia. Reformas que concentran poder en el Ejecutivo. Cambios legales que eliminan controles y las limitaciones legales al presidente suelen ser el preludio del autoritarismo. Manipulación electoral. Desde la cooptación de organismos electorales hasta campañas de desinformación, todo intento por alterar la voluntad popular debe encender alarmas. Criminalización de la oposición. Cuando se persigue judicialmente a líderes opositores sin pruebas sólidas; el caso de Ricardo Anaya es un buen ejemplo, la democracia pierde su razón de existir La historia enseña que las dictaduras pueden nacer del voto popular, pero solo prosperan cuando los ciudadanos dejan de defender activamente la pluralidad, la crítica , los medios independientes y los contrapesos. La mejor defensa de la democracia no está únicamente en las instituciones, sino en la vigilancia permanente de una sociedad informada y pendiente del acontecer nacional y apoyar a los medios independientes. Reconocer las señales de alerta y reaccionar a tiempo es la única manera de evitar que una democracia razonablemente estable se degrade hasta convertirse en un régimen totalitario. Una vez instalada la dictadura, el asunto se complica en grado extremo. Ejemplos sobran. Alejandro Vázquez Cárdenas |