
MAR 082017 Reconoció que la violencia que sufre la mujer indígena no se denuncia ante autoridades competentes, quedando en el ámbito familiar, y que se trata de una "costumbre que debe desterrarse, como cualquier otra que sea violatoria de derechos humanos elementales de las mujeres, como la exclusión de la herencia comunal y su marginación de las decisiones sobre asuntos públicos", señaló García Avilés. El funcionario consideró que la mujer indígena ha jugado un rol fundamental en la preservación de la lengua y las culturas en general, pero que es deseable "que se rebele contra toda forma de violencia o exclusión, lo que por cierto no es exclusivo de lo indígena". Resaltó los contados casos de mujeres que han llegado a ser autoridades en comunidades purépechas como Naranja de Tapia, Pamatácuaro, Paso del Molino y Tzetzenguaro; o en Guagua, de la costa nahua; o San Matías, del pueblo otomí; "aunque sabemos de muchos intentos de mujeres por hacerse escuchar en su ámbito comunitario, pero han sido impedidas porque siguen siendo vistas solo para el petate o el metate", dijo. Recordó los casos emblemáticos de Eufrosina Cruz, zapoteca oaxaqueña que emprendió una lucha que llegó al máximo tribunal del país; o de Jacinta, Alberta y Teresa, a quienes "se les fabricaron delitos por su condición de mujeres pobres e indígenas", y a las que, recientemente, el Estado mexicano les tuvo que pedir disculpas públicas. |