JUN 012025 En esta primera etapa participan tres mil 396 candidaturas para ocupar 881 cargos judiciales. Los puestos incluyen nueve ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), cinco magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial y dos magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). A diferencia de lo que han señalado los críticos del proceso electoral, quienes acusan al partido Morena de haber colocado en las boletas electorales a personas afines, 55 por ciento de los aspirantes no tienen ninguna afinidad partidista, de acuerdo con una herramienta desarrollada por Viri Ríos, especialista en análisis de políticas públicas con datos. Asimismo, 58 por ciento de los candidatos ya han sido juzgadores o han trabajado como secretarios de estudio y cuenta en tribunales superiores, según el análisis de Ríos, quien analizó los perfiles de 117 personas que están compitiendo por un cargo en alguno de los tribunales superiores. Para el exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE, actualmente INE), Leonardo Valdés Zurita, las elecciones de este domingo representan el fin de la tradición democrática que señalaba que el ascenso en la carrera judicial debía ser meritocrático. "Esto desapareció ya de nuestra Constitución y ahora serán las personas más populares, no necesariamente las más capacitadas, quienes ocuparán los cargos de alta responsabilidad en nuestro Poder Judicial. Es relevante, entonces, que las personas evalúen si poseen toda la información necesaria para tomar una decisión tan trascendente como elegir a ministros de la corte y magistrados de altos tribunales en nuestro país", dijo el exfuncionario en entrevista con este medio. Cuestionado sobre los pros y contras de ir a votar o abstenerse, Valdés Zurita dijo que acudir a las urnas hace al ciudadano un protagonista en la toma de decisiones, pero, al mismo tiempo, estaría legitimando un proceso extraordinario que está basado en una reforma a la Constitución cuya legalidad está en duda, porque "en ambas cámaras la mayoría calificada para aprobar la reforma se construyó de una manera bastante cuestionable". "La ventaja de no ir a votar sería justamente que no se está convalidando esa reforma y que se está protestando contra el proceso electoral; la desventaja de no ir a votar sería la automarginación del proceso de selección de quienes ocuparán los altos cargos en la pirámide del Poder Judicial", plantea. "Muchos de los argumentos en contra del voto hablan de la necesidad de no validar la elección, pero la realidad es que esa elección ya fue validada, ya es materia constitucional y ya no está esperando un cierto umbral de participación para ser válida. El resultado de la elección va a ser vinculante independientemente de si participa mucha gente o no". |